Deberíamos mandar fuera a todos los alumnos. De verdad. Si nos creemos, de verdad, que la escuela debe preparar para la vida. Para la vida de verdad, claro, no la vida escolar o académica. Mandar fuera a los alumnos, a aprender, de verdad, cosas verdaderas.
Puede que sea mandarlos al cine, al teatro, a la biblioteca, al museo de arte. Decirles, cuando tengas tu veredicto, vuelves y nos lo cuentas. O nos lo replicas, glosas, imitas, criticas, alabas. Regresas y nos preguntas. Pero nos preguntas de vuelta, con tus nuevas y verdaderas preguntas.